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Road Test Nro 860
Renault Fuego GTX 2.2 - 1987
Satisfacciones a granel
Revista Su Auto Nro 86. Noviembre de 1987
Publicado en Test del Ayer en Abril de 2023 |

De frente, más identificación: la grilla es por mitades negra y el resto color de la carrocería. Al fondo, el derrilecto de un Taunus
Cuando el cronista apartó la vista del camino y vio el velocímetro que marcaba 220 km/h, volvió a mirar hacia adelante y antes de levantar el pie, muerto de susto, tuvo tiempo de recordar que la fábrica sólo aseguraba más de 190 km/h y que si la velocidad indicada por el instrumento era real, la empresa hubiera dicho que andaba a más de 210. Así que volvió a mirar el velocímetro, siguió apretando y a lo largo de tres kilómetros consecutivos el cronómetro marcó 18,4 segundos
La cupé Fuego 2,2 hizo unos kilómetros más para tomar voleo en la pasada hacia el otro lado, a fin de contrarrestar la influencia del viento. Cuando la detuvo, el cronista se tomó su tiempo
para hacer el cálculo de la velocidad real: 195,652 km/h. Casi no había viento, así que el regreso no cambiaría mucho la cosa.
Dio la vuelta y comenzó la aceleración de 0 a 100. Cuando venía había marcado 9 segundos probando con primera, segunda y tercera. Aunque la segunda llegaba a 100, tardaba un poco más que usando las primeras tres marchas, así que ahora volvió a hacer lo mismo, largando el embrague en primera y a casi 5000 vueltas. Cambio a segunda a las 5.500 y otra vez a tercera al mismo régimen, tocando los 100 km/h otra vez en 9 segundos clavados.
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Siguió el proceso de aceleración y toma de velocidad máxima en quinta marcha, llegando al primer mojón a 220 kilómetros de velocímetro. Aquí todavía alcanzó a ver que la aguja hacía tope. Apretó el cronómetro y en el segundo mojón, la marcación dio 18,6 segundos, en el siguiente lo mismo y cuando
llegaba al último, sin aflojar el régimen, las vacas que en la pasada anterior estaban a 50 metros a la izquierda de la ruta, ahora la estaban atravesando. Había vacas a la izquierda, a la derecha y en el centro. Este es uno de los casos en que mejor que la bocina, hay que utilizar el freno... y el entrenamiento. Freno y rebaje a tercera, luego a segunda y deslizarse en primera entre dos Holando Argentino muy curiosas que se detuvieron a ver pasar la Fuego..

Buen tablero con su visera personal. Todo al alcance de la mano y el volante graduable en altura ayuda a viajar descansado
Aquí ocurrieron dos comprobaciones "in extremis" de las que ya se había tomado debida nota en el manejo normal: la primera es que los frenos a disco en las cuatro ruedas son un aliado fundamental de la seguridad y que en la Fuego funcionan bien y que la válvula distribuidora de la carga cumple su cometido perfectamente; la segunda es que la pedalera, aun con bastante desplazamiento hacia la derecha respecto al eje central del asiento y el conductor, tienen los pedales bien distribuidos y puede hacerse el auténtico "punta y taco" que, como su nombre lo indica, no se hace con la punta y el taco del pie, sino con la planta del mismo distribuida por mitades entre el freno y el acelerador.
Los rebajes salieron como para que el inmortal "Chueco" de Balcarce aplaudiera -si hubiera estado presente,
claro- las vacas se salvaron, Renault recibió incólume de vuelta a la Fuego y el cronista está escribiendo la crónica.
Como no se estaba en carrera y el tiempo disponible era mucho, inmediatamente después del episodio vacuno se detuvo el auto al costado del camino, se hizo un pequeño paseo alrededor hasta que las piernas dejaron de temblar y se hizo un repaso a lo que acababa de vivirse. La pasada a contraviento dio como velocidad máxima 194,086 km/h; Esto confirmaba que, con excepción del Torino 380 W que manejara en 1966, el periodista nunca anduvo en un auto argentino de serie más rápido que la cupé Fuego 2,2 litros.
Se dice que la cupé
Dodge GTX V8 andaba más pero al cronista no le consta porque jamás la manejó. En su época de GM supo tener una cupé Chevy con alguna preparación que caminaba a más de 210. Con la Lancia Thema llegó en Europa a cerca de los 220, con 4 copilotos más en el auto. Con la Porsche 928 S pudo sentir su aceleración pero la pista de pruebas de Firestone en Roma no es para velocidad. Con el Peugeot 405, el velocímetro también marcó más de 200 y la fábrica lo asegura, pero no fue reloj en mano sobre kilómetro medido.

Los caminos secundarios de la provincia están llenos de despojos automovilísticos. La Fuego, robusta pero estilizada junto a un 504 que conoció mejores tiempos
Los alrededor de 195 km/h de la Fuego son reales. La aceleración de 0 a 100 en 9 segundos es real. Es el auto más rápido actualmente, de la industria nacional y el que mejor acelera. Inclusive en cuarta velocidad llega casi a los 185 km/h reales, que también son muchos. También, para este cronista, es el que mejor frena, aunque este punto esté cargado de subjetividades, lo que vale la pena aclarar.
Juzgar capacidades de frenado en un vehículo, implica poder compararlo con otros. Para que la cosa sea justa, todos deberían tener los mismos neumáticos, hacer pruebas sobre el mismo pavimento, a la misma hora y con iguales condiciones de tiempo. No es fácil lograrlo con los medios disponibles en el país, ni se justifica. Los autos modernos frenan muy bien, siempre y cuando el que maneja tenga una pizca por lo menos de raciocinio a fin de no meterse en situaciones donde nada ni nadie lo puede salvar.
Con el periodista a salvo, para muchas de las otras cualidades del auto conviene remitir a los lectores al número 65 de Su Auto, donde si bien no hubo Autotest, se realizó una evaluación tras una semana de uso. Esta vez fueron casi tres semanas. Los asientos
siguen tan confortables como siempre -con algún pero-, en cuero fino y con un volante forrado en el mismo material, de excelente diseño, tamaño y grosor adecuados, además de regulable en altura.
La radio, digital y en este caso BGH, de buen sonido pero corto alcance, con dificultosa recepción en el centro de la ciudad. El aire acondicionado tarda un rato en bajar la temperatura, pero luego enfría hasta cubrir de transpiración la zona central de la plancha de a bordo, incluyendo el lugar de la computadora.

Parece baja, pero el puentecito denota altura suficiente. Entró bastante polvo en los caminos de tierra
Esta se demostró con información errática: el tanque de combustible de la Fuego carga alrededor de 57 litros, pero
la computadora indicaba 51. Luego, cada litro de consumo marcaba kilometrajes del orden de los 28 / 29 kilómetros por litro, aunque la indicación de consumo instantáneo respondía de acuerdo a la realidad. La incorrecta información sobre el contenido del tanque hacía dudar de los datos sobre autonomía disponible. El resto de la información proporcionada era correcta.
Como en 1985, los pequeños ruidos de plásticos seguían oyéndose, con el
agregado que la terminación y ajuste de los paragolpes aerodinámicos dejan algo que desear. Nada importante, en realidad, frente a sus otras cualidades.
Otra performance sorprendente fue el consumo, sobre todo a 90 y 120 km/h. No tanto el de 90, donde en general se obtienen buenos rendimientos con casi todos los autos. Aquí llegó a 15 km/l (6.6 l/100 km). A 120, con 14.2 km/l (7.6 l/100 km); resultó realmente asombroso para vehículos de su clase y cilindrada.
Hay varias explicaciones para ello. El nuevo motor totalmente en aleación de aluminio con camisas intercambiables, pasó de ser supercuadrado a tener una
carrera levemente más larga que el diámetro (89 x 88, respectivamente), lo que mejoró su curva de torque (18,6 kg a 3000 rpm) y su potencia (116 CV DIN a 5500 rpm). Son kilográmetros bien pesados y caballos gordos.
El motor tira en cualquier marcha desde las 2000 vueltas. A los 120 kilómetros por hora
de velocímetro, no alcanza a llegar a las 3000 rpm, lo que significa que el carburador todavía funciona con una sola boca abierta. Pensando un poco mal, tal vez un velocímetro que se mostró mentiroso y optimista a fondo, también lo sea a 120. O sea, que la velocidad real fuera menor que la indicada y por consiguiente el consumo no haya sido tan espartano.
En ciudad, los 8,6 km/l (11,5 l/100 Km) también son excelentes, sobre todo si se tiene en cuenta que se usufructúan en todo su valor las cualidades de aceleración de la Fuego, sin mirar demasiado la aguja indicadora de combustible... por ahora.
Otro punto importante a favor de la cupe Fuego, y que también habla a las claras de la preocupación de Renault por sus usuarios, es que ahora calza los neumáticos Firestone 660, radiales de acero en las medidas 185/65 HR 14. Son sen-sa-cio-na-les. Aun cuando conocidos por el cronista, siempre sorprenden sus cualidades de andar confortable, su direccionalidad, la estabilidad brindada bajo toda condición, inclusive en la tierra y sobre todo, su desenvolvimiento sobre piso mojado. Es como andar en lo seco, inclusive cuando comienza o termina la lluvia y se forma el famoso "jabón" causante de tantos accidentes.
También es importante el sistema limpiaparabrisas, con el brazo correspondiente al conductor tipo pantógrafo, que garantiza buen barrido del cristal con cualquier lluvia y cualquier velocidad. En su comportamiento bajo la lluvia, la Fuego se mostró confiable desde todo punto de vista, inclusive en su estanqueidad.
Esta no fue tanto sobre caminos de tierra, ya que el polvo penetró en el habitáculo, especialmente desde la pedalera y en los alrededores de la luneta trasera.
En cuanto a maniobrabilidad, excelente, con un radio de giro cortísimo para un automóvil de tracción delantera. La dirección asistida es muy
buena, disminuyendo la ayuda en la medida que aumenta la velocidad. O sea, sin hacer perder sensibilidad al conductor.
La suspensión también es buena, levemente subvirante al entrar en las curvas pero con salida honesta y franca junto con la aceleración necesaria. El andar es sólido, como corresponde a un vehículo tan veloz, pero también es confortable, un punto de equilibrio bien logrado, especialmente con el auxilio de las gomas que la equipan.
Al cronista esta cupé Fuego le gusto muchísimo, pese a que no logró nunca
la posición de manejo ideal. La ubicación de la pedalera hace torsionar un poco el cuerpo a la derecha. Cuando se descubre que se está manejando en mala posición, ya el riñón izquierdo está ejerciendo su airado reclamo. Por la misma razón, la pierna derecha está permanentemente en contacto con el costado de la consola, lo que también se hace notar al cabo de varias horas de ruta. Tal vez esto pudiera corregirse con un asiento levemente descentrado del
eje transversal del vehículo. Y el asiento también tendría que ser un poco más bajo o regulable en altura, ya que la cabeza del cronista estuvo permanentemente en contacto con el techo.
Por supuesto, nada de esto descalifica a un vehículo que, dentro del espectro local, es lo más deportivo que esta publicación conoce, con performances que superan hasta a sus posibilidades de utilización, dados los caminos que se pueden transitar. No cabe ninguna duda que el feliz propietario de una Fuego tendrá cubiertas muchas de sus satisfacciones sensoriales y espirituales, lo que suele ser más de lo que suele exigirse a un auto. Y esto, el periodista puede firmarlo.
Por Raúl Pellegrino
Las mejores imágenes de esta prueba en Alta Resolución
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VELOCIDAD MÁXIMA 195.652 KM/H
Con viento a favor 195.652 Km/h. Con viento en contra 194.086 Km/h
CONSUMO |
a 90 Km/h |
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a 120 Km/h |
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En ciudad |
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Algunas de las identificaciones para diferenciarla de las anteriores: GTX 2.2 litros; dispositivo aerodinámico continuando el zócalo; llantas muy personales y las fabulosas Firestone 660

Con los asientos traseros rebatidos, el espacio para equipajes prácticamente se duplica. Es un deportivo, así que dos pueden llevar lo que quieran
Vea también

Road Test del
Renault Fuego GTX 2.2
Revista
Parabrisas Nro 118 Marzo de 1988
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