Llegaba el momento decisivo, girar la llave de contacto y ver si el motor arrancaba sin dificultad. Era el primer paso, el más importante. Víctor Prátola desde el vano motor nos pedía la puesta en marcha del auto que funcionaría con alcohol puro. Solamente habíamos modificado la carburación agrandando el gicleur Era la única alteración que se había hecho al Dodge 1,8.
Una vuelta de llave, el clásico ronroneo del burro de arranque y las inmediatas explosiones se sucedieron en forma briosa respondiendo a las aceleradas.
Así comenzaba esta prueba que nos propusimos llevar a cabo con un auto de fabricación nacional y con alcohol etílico de 96 grados como único combustible. La crisis energética mundial, la palabra oficial sobre las reservas de petróleo con que cuenta nuestro país, las posibilidades del alcohol como sustituto de la nafta que tanto se pregonan en otros países, las experiencias en Brasil, Italia y Francia, la bibliografía sobre el tema no siempre concordante nos impulsaron a encarar un largo road-test utilizando alcohol como combustible.
¿Qué pasará con la aceleración? ¿será mayor o menor? ¿Se perderá velocidad final? El deterioro del aceite del motor. La duración de la bujías. ¿Las membrana de la bomba de nafta y de pique serán atacadas por el alcohol? El arranque con tiempo frío ¿será más dificultoso? Estos son algunos de los interrogantes que queremos ir develando a medida que transcurran los kilómetros recorridos.
El motor sonaba bien, a partir de las 3.000 rpm la aceleración era notable. En cuarta a 4.000 rpm el andar aparecía más suave que andando con nafta. Pisándolo a partir de 40 km/h en directa y al mismo tiempo apretando el freno con el pie izquierdo no se percibía ni el más mínimo síntoma de pistoneo. El alto octanaje del alcohol se ponía de manifiesto.
Un tironeo a baja velocidad se hace notablemente perceptible, se trabaja cambiando el rango térmico de las bujías, sobre el avance, el alto octanaje permite avanzar mucho al encendido, pero el suave tironeo y la acelerada franca desde él ralenti no son las óptimas. En alta el funcionamiento es perfecto, suave, sin tironeos, responde muy bien a la aceleración a partir de las 3.000 rpm en todas las marchas.
Son las primeras pruebas de un prolongado road test que nos proponemos llevar a cabo y mantenerlo a usted informado permanentemente. Una prueba pensada en las posibilidades futuras del empleo del alcohol puro como combustible en nuestro país, utilizando fuentes renovables. Algo que en la Argentina se da en forma ideal y que puede llegar a ser una importante reserva para un futuro.
Circulando por la ciudad, con intenso tránsito, el comportamiento es el mismo que con nafta
Una nueva modificación, tendiente a elevar la temperatura de funcionamiento del motor, nos ha acercado a la marcha ideal del auto con alcohol. Más de 1.500 km por las calles de Buenos Aires nos permiten ir extrayendo conclusiones sobre esta prueba exclusiva que estamos llevando a cabo. Estos son los resultados hasta el momento
Después de una impasse obligada, de treinta días, tiempo durante el cual el auto estuvo exhibido en Expomóvil, volvimos a trabajar sobre él y continuamos con las pruebas.
Durante todo ese tiempo en que el auto estuvo parado y con alcohol en el tanque y cañerías. nunca fue puesto en marcha. En un principio temíamos que en tanto tiempo el combustible deteriorara alguna cañería de goma o la membrana de la bomba, pero nada de eso sucedió. El arranque fue instantáneo y para ello nos tuvimos que valer de una segunda batería ya que la del auto se había descargado completamente.
El primer paso después de este período de inactividad fue llevarlo a Chrysler donde el Ing. Sampini y Tisera nos habían preparado un múltiple de admisión con una cámara construida en chapa que estaba adosada al mismo múltiple por la que circulaba agua caliente del sistema de calefacción. Allí mismo se le quitaron tres paletas al ventilador.
Por todos los medios se debía buscar elevar la temperatura en el múltiple para una mejor gasificación del alcohol, y con ello conseguir una marcha en baja más suave y un menor consumo. El dispositivo funcionó bien pero dado su construcción provisoria, ya que era a titulo experimental, no soportó por mucho tiempo la circulación de agua caliente, pero nos demostró que con ese pasaje de agua caliente, proveniente del sistema de calefacción, era suficiente para calentar el múltiple y obtener una suave marcha en baja sin tironeos.
El dedo señala la plaqueta calefaccionada, la misma que traen los Falcon, que fuera adaptada a la base del carburador
Con esa experiencia en mano recurrimos nuevamente a Víctor Prátola, quien nos adaptó una plaqueta que traen los Falcon, en la base del carburador, por la cual circula agua caliente. Al mismo tiempo eliminó completamente el ventilador del radiador. Con estas modificaciones se consiguió mantener una buena temperatura de funcionamiento y la marcha del motor se hacía más suave, con una buena respuesta al acelerador, pero aun presentaba una quedada cuando se lo pisaba fondo a partir de la marcha en ralenti.
Hasta ese momento teníamos un gicleur de 2.60 mm de diámetro y las bujías eran las originales del auto, PVI PAG 152.
El paso siguiente fue aumentar el diámetro del gicleur a 3 mm y cambiar las bujías por las PAG 122 aumentándoles la luz de electrodos al doble de lo que indica el manual del usuario, o sea a .050 milésimas de pulgada.
El cambio fue realmente notable. Desapareció el tironeo, la marcha en baja se hizo sumamente suave y la respuesta al acelerador fue inmediata sin ningún tipo de quedada.
Para comprobar qué podía pasar con la temperatura del motor, ya que carece de ventilador, estuvimos circulando durante dos horas seguidas en pleno centro de Buenos Aires, con tránsito lento, donde las paradas y puestas en movimiento se suceden intermitentemente. La aguja del marcador de temperatura no pasó en ningún momento la mitad del cuadrante y en cuanto tomábamos por alguna avenida donde podíamos enganchar una segunda pisando un poco fuerte ya la aguja caía a la zona de frío.
Hasta aquí lo experimentado con nuestro auto con alcohol puro a través de 1500 Km de marcha en ciudad y con un kilometraje total de la unidad de 5.050 Kms.
De aquí en más nos resta continuar con las pruebas para verificar la continuidad de su buen comportamiento y determinar con exactitud los valores de aceleración y velocidad máxima.
En autopista. Aquí se aprecia la buena aceleración y el andar más suave
Ya llevamos más de 1.500 kilómetros
Circulando con alcohol puro por la ciudad y como conclusión después de este corto recorrido es que, hasta ahora y más aun con las últimas modificaciones, el funcionamiento es
perfecto.
Es notable observar la limpieza en las bujías y en el caño de escape donde se puede pasar el dedo por las paredes interiores sin ensuciarse. Si bien el primer análisis del lubricante indica la presencia del alcohol en el aceite, en principio no lo tomamos en cuenta ya que la muestra extraída fue hecha en el período en que andábamos circulando con el motor muy frío, sin calefaccionamiento del múltiple.
Ahora procederemos a extraer una nueva muestra, luego renovaremos el aceite y al cabo de unos kilómetros volveremos a sacar otra muestra y recién ahí podremos contar con elementos reales sobre este tema.
Road Test comparativo del auto a alcohol
Revista Corsa Nro 700. Noviembre de 1979
Bajo las mismas condiciones probamos el Dodge 1.8 con nafta y con alcohol puro. Las cifras en uno y otro caso. La puesta a punto mediante bujías termocuplas. Los resultados obtenidos en ensayo en ruta. Las limitaciones que se presentaron debido a que el auto no fue modificado sustancialmente
Después de las ultimas modificaciones realizadas, la inclusión de un calefaccionador en el tubo de admisión, la supresión de las paletas del ventilador, el cambio de gicleur y bujías habiendo comprobado su funcionamiento en tránsito ciudadano decidimos que era momento para hacer las pruebas de ruta para cotejar los valores de velocidad máxima y aceleración alcanzados con nafta en un caso y con alcohol puro en otro.
Pero no solo queríamos esa comparación de cifras. Ante un ofrecimiento de PVI, el fabricante de las bujías con que se equipa el auto, procedimos a constatar la temperatura en los electrodos de las bujías y con ello determinar si el grado térmico que estábamos utilizando era el correcto como también nos permitiría establecer con que riqueza de combustible estaba trabajando el motor en cada régimen.
Así, con estas ideas, cargados con bidones de alcohol, herramientas, gicleur de distintos diámetros, termocuplas y bujías encaramos con Víctor Prátola (el responsable de la preparación del auto) y el Sr Olivera (el hombre termo cupla de PVI) el camino a la ruta que empalma Solis con Campana.
Apenas sobrepasamos los 140 km/h como velocidad máxima. Las restricciones son muchas para un mejor aprovechamiento del alcohol
Las pruebas
El primero de los ensayos fue controlar la temperatura de bujías que teníamos instalados. Ahí no más, apenas aceleramos hasta 100 Km/h se pudo comprobar que la bujía estaba soportando una enorme temperatura, unos 200 grados sobre lo indicado como ideal. A partir de ese momento comenzamos los ajustes, tanto en encendido como en carburación para lograr una marcha idéntica a la de un auto que consume nafta. En recuadro aparte se pueden seguir paso a paso todas las operaciones realizadas hasta conseguir ese propósito. Una vez logrado comenzamos las pruebas de velocidad máxima y aceleración.
Algunas conclusiones
Viendo los valores obtenidos y ante las características del combustible utilizado, podemos aventurar que bajo las condiciones que nos impusimos, la de trabajar con un auto completamente standard, no se lograría mayor velocidad final ni mejor aceleración. Así fue. Todo parece indicar que llegamos al limite.
Distinto seria si hubiésemos aumentado el índice de compresión. cambiando completamente el tipo de carburador, o modificando el múltiple de admisión. Por lógica llegaríamos a un efectivo aprovechamiento de los 110 octanos que almacena el alcohol. Pero en principio nuestro objetivo fue cumplido: un auto puede hacerse funcionar a alcohol puro con intimas adaptaciones de bajísimo costo. Una salida evidente, no sabemos en qué plazo, a la tan preocupante crisis energética mundial.
La pérdida de algunos kilómetros de velocidad máxima y la menor máxima y la menor aceleración -aqui hay que tener en cuenta que estábamos probando el auto con una sobrecarga de 80 Kgs por llevar 120 litros de alcohol en el tanque auxiliar aparentemente- es el tributo que hay que pagar al no efectuar ninguna modificación importante en la planta motriz.
Por otra parte nos queda la satisfacción de haber conseguido una marcha muy regular, sin tironeos, idéntica a la que produce el mismo motor funcionando con nafta.
Instalando las termocuplas
Algunas conclusiones
• Al comienzo de las pruebas el vehículo contaba con 5.384 km recorridos. Tenía bujías PVI PAG 122 con una luz de electrodos de 80 mm. El gicleur era de 3 mm de diámetro. Se conectó la termocupla del cilindro numero 4. En ralenti. la temperatura de la bujía llegó a 150 grados y a 100 km/h sobrepasó los 1.000 grados.
• Debido a esa alta temperatura registrada, se cambian las bujías por unas más frías. La PAG 901, se les da una luz de 60 mm entre electrodos. A 140 km/h la bujía alcanza los 800 grados. Se toman todos los valores de temperatura (ver recuadro correspondiente). La velocidad máxima llega a 132.353 Km/h.
• Se avanza el encendido. La velocidad máxima llega a 133.333 Km/h.
• La marcha en baja velocidad no era suave, presentaba leves tironeos, había que manejar tirando los cambios más largos, para trabajar por sobre las 2.800 rpm
• Se atrasa el encendido y se cambia el gicleur por una más chico de 2.75 mm de diámetro, disminuye el tironeo en baja. Se toman las temperaturas de la bujía a distintas velocidades (ver recuadro correspondiente). Se comprueba que ahora no está tan rico de combustible
en baja. La velocidad máxima lograda es de 140.205 Km/h
• Se puso un gicleur más chico, de 2.5 mm de diámetro. La marcha en baja se suavizó completamente, sale sin tironeos. No se nota un aumento en la velocidad final. Se determina la tercera curva de temperatura de bujía.
• Se atrasa un poco más el encendido. Originalmente estaba con muchísimo avance. La velocidad máxima no sobrepasa los 140 km/h. Se percibe una leve detonación a 6.000 rpm.
• Se cambian las bujías. Se colocan las PAG 12 con una luz de electrodos de 025 de pulgada. Son bujías un un poco mas calientes que la 901 y más frías que las originales del auto. La marcha en baja es muy suave sin el tironeo que siempre se había manifestado desde el inicio de la prueba con alcohol. La velocidad máxima alcanzada es de 142.132 km/h. En todas las oportunidades que se intentó la velocidad máxima no se pudo mantener el acelerador a fondo. A mariposa abierta plenamente se perdía rendimiento, aún con el gicleur más grande.
• Con las condiciones logradas en el ultimo paso se efectuaron las pruebas de aceleración.
El auto-alcohol tomó la ruta
Revista Corsa Nro 704. Diciembre de 1979
Como testimonio de nuestro recorrido aquí aparece el auto-alcohol en la rotonda de entrada a Tandil, donde se bifurca el camino hacia Mar del Plata, Las Flores y Rauch
Después de varios meses de pruebas en ciudad, finalmente nos decidimos -o nos atrevimos- a salir a la ruta. Fuimos a cubrir una carrera de TC con el auto-alcohol y aquí les contamos todos los pormenores de un viaje muy particular, incluso cuando nos quedamos sin combustible y "nos reabastecimos" en una farmacia de Las Flores
El "Dire" había sido terminante en su afirmación: hay que salir a la ruta. Era el jueves 8 de noviembre y enseguida nos pusimos a preparar el auto. Un viaje a Chrysler para regular frenos, solucionar un problema eléctrico y cambiar filtro de aire. Otro viaje hasta la casa de Fresco -que ha pasado a ser depósito- para llenar el tanque de 120 litros y cargar en el auto tres bidones más de 25, aunque uno estaba por la mitad.
El sábado 10 iniciamos el viaje con Rivas. Un día templado (21 grados de máxima) ideal para este auto. Constatamos la temperatura cuando llegamos a la ruta 205 y todo marchaba normal. El destino final era Tandil (343 km). Pero recién cuando pasamos el empalme con la 3, en Cañuelas, pudimos ponerlo a 130 km/h y mantener esa velocidad constante. Mirando los marcadores todo iba perfecto. 130 km/h a 5000 vueltas.
Lo único extraño que notamos en ese viaje de ida fue que después de este régimen de vueltas el motor tenía una pequeña quedada, similar a cuando sale de abajo con el motor frío. Eso sí, en ruta se nota mucho más que con alcohol, el motor tira más limpio y levanta con más facilidad. Las Flores (180 km) fue nuestra única detención, pero para tomar un café. Paramos en la YPF de la entrada y nadie lo podía creer. La gente hacía preguntas, tocaba el caño de escape y se sentía el olor de los dedos. Una cosa increíble, hasta nos hicieron abrir el tanque para comprobar que el auto realmente funcionaba con alcohol.
De Las Flores emprendimos la última parte del viaje (163 km) hasta Tandil. Todo normal y sin problemas. Una vez en la ciudad tratamos de pasar lo más inadvertidos posible, pero no tuvimos éxito. Miles de preguntas, gente alrededor del auto y además los incrédulos: "Yo los vi en una ESSO de la ruta. Me dijeron que tiene alcohol y nafta", o los graciosos que pedían una medida en vaso de whisky. En síntesis, el auto causó una revolución.
El calvario del regreso
Antes de salir de Tandil sentimos mucho ruido de escape y al verificar notamos que se había aflojado la unión entre el múltiple de escape y el escape. Por lo tanto el auto comenzó a gastar más de la cuenta. El ruido cada vez era mayor y lo que consumía a esa altura era una barbaridad. íbamos rezando a 80 km/h para tratar de llegar.
Cuando arribamos a Las Flores abrimos el tanque y el estupor nos invadió... Con lo que quedaba no llegábamos ni a Monte. Entonces optamos por el único camino posible. ¡Farmacia de turno! y un pedido inusual, máxime considerando que eran las once de la noche del domingo. "Necesitamos alcohol. ¿Cuánto? Y... unas 80 botellas.
El pobre farmacéutico se sintió golpeado. No podía creerlo y no nos trató por locos porque no se atrevió. Finalmente,cuando le explicamos y vio el auto bajó al sótano y trajo las botellas. Mientras cargábamos el alcohol los autos paraban para mirar, los vecinos salían a la puerta. Señoras con ropa de cama. niños... Era una novedad, para nosotros un papelón. Pero así pudimos regresar a Buenos Aires.
Jorge Fernández Morano
Con el auto-alcohol en Tucumán
Revista Corsa Nro 709. Enero de 1980
Frente a la Casa de Gobierno de Tucumán. El raid se pudo cumplir sin ningún tipo de inconvenientes. A marcha sostenida el auto-alcohol funcionó perfectamente
Para culminar con la importante experiencia del auto-alcohol decidimos encarar el punto más difícil: llegar a Tucumán y ratificar de esa manera la coincidencia entre nuestra política y el proyecto que encara el gobierno de esa provincia con el paulatino uso de la alconafta. Entrevistamos al Gobernador, General de Brigada (R) Lino Domingo Montiel Forzano, quien nos invitó a participar con los representantes de la Secretaría de Energía de la Nación en la reunión donde se dio a conocer el informe oficial del proyecto alconafta. También les contamos los detalles de todo el viaje, un informe completo sobre el análisis del aceite a lo largo de nuestra experiencia y finalmente las conclusiones más importantes de este test
En la primera semana de diciembre realizamos un balance de toda la experiencia con nuestro auto-alcohol. Kilómetros recorridos, ensayos con nafta y alcohol y las correspondientes pruebas de aceleración, velocidad final, etc.
Una extensa lista de puntos que habíamos ido cumpliendo a través de varios meses en que el Dodge se utilizó para andar en ciudad y también para cubrir una carrera en el interior (Tandil).
Y haciendo ese balance llegamos a la conclusión que faltaba lo más importante, el paso final y más difícil que consistía en llegar a Tucumán con
nuestro auto y por supuesto cubriendo el recorrido de ida y vuelta con alcohol como combustible.
Una vez que nos decidimos comenzamos a preparar todo detalladamente. El primer paso fue anunciar a las autoridades de esa provincia de nuestro propósito y también de nuestra intención de lograr una entrevista con el Gobernador. Ese trámite lo realizamos en la delegación de Tucumán en Buenos Aires donde el Coronel Amarante nos tramitó la entrevista,y en apenas un día nos confirmó día y hora de la misma, que sería el martes 18 a las 9.30 horas.
El segundo paso fue conseguir una camioneta que nos sirviera de apoyo en la ruta para reabastecernos de combustible. Esto también lo logramos rápidamente con la Ford F-100 de Enrique Drague, amigo de la redacción.
Posteriormente nos comunicamos con los directivos de la Destilería del Norte para anunciarles nuestro viaje y solicitarles que en Tucumán nos proporcionaran del alcohol necesario para regresar a Buenos Aires. Como último detalle quedó una revisada general del auto en Chrysler y luego en el taller de Víctor Prátola. el hombre que siempre trabajó a nuestro lado en la puesta a punto del motor.
Panorámica del auto-alcohol frente al dique de Tandil. Esta fue la primera experiencia de viajar al interior del país y justamente la novedad creó una expectativa especial en la ciudad y también en el público que fue a la carrera
El día de la partida
Tomando todas las precauciones del caso optamos por partir desde Buenos Aires el domingo 16 a las 16 horas. La intención era dormir en Jesús María y seguir el lunes hacia Tucumán. Ese "tiempo de más" que nos tomamos fue para prevenir inconvenientes en la ruta.
Con esa premisa salimos desde Buenos Aires. Carlos Fresco y Fernández Morano en el auto-alcohol y Carlos Acuña y Drague en la F-100. Tomamos la ruta 9 y fuimos haciendo un promedio de 100 km/h hasta llegar a Esther, poco antes de Rosario, donde debíamos tomar la ruta 16 de circunvalación para no entrar a la ciudad y continuar luego por la 9.
Antes de este desvío paramos para esperar a Acuña y Drague. Pero la espera se hizo más larga que lo previsto porque la F-100 venía con problemas mecánicos. Una falla que parecía eléctrica los hizo demorar y andar a una velocidad crucero de 80 km/h. Por esta razón convinimos en volvernos a encontrar en Cañada de Gómez, donde arribaríamos alrededor de
las 20,30 hs. para cenar y continuar el viaje hasta Villa María, por lo menos. Así cumplimos esa parte del viaje.
En el trayecto entre Esther y Cañada nos encontramos con la gente de Meifa que venía de la carrera del Autódromo y ellos mismos revisaron la F-100 pero no encontraron nada raro porque la falla la hacía solamente en alta. Una vez que terminamos de cenar en Cañada seguimos por la ruta 9 hasta Villa Maria. A esa ciudad arribamos a la medianoche y decidimos pernoctar en el hotel Palace. Ya hablamos cumplido los primeros 560 kilómetros sin inconvenientes en el auto con alcohol.
El lunes a las ocho de la mañana ya estábamos desayunando en la confitera del hotel. Al terminar cargamos nuevamente el tanque de alcohol y emprendimos viaje hacia Tucumán. La autonomía del tanque nos permitiría llegar hasta Villa de María, a unos 150 km pasando Córdoba. Ese pueblo era el previsto para almorzar y reencontrarnos con la camioneta de apoyo. Allí arribamos a las 13 horas.
Almorzamos calculando que a las 14 llegaría la F-100. Pero fallaron todos los cálculos. Eran las 15.30 y todavía no había aparecido nadie. En ese momento teníamos alcohol para recorrer unos 300 kilómetros. Y faltaban 400. Fue el momento más crítico del viaje porque no sabíamos si seguir esperando, retroceder, o tratar de llegar lo más cerca posible de Tucumán y recurrir a alguna farmacia para comprar el alcohol restante.
Finalmente optamos por la última alternativa. A esa altura, justo por Villa de María, pasaron dos camiones tanques donde se leía "peligro explosivo" "alcohol etílico". Por supuesto. cuando Fresco alcanzó a leer tales leyendas comenzamos a correr a los camiones con la intención de conseguir algunas "gotitas" que nos hicieran llegar a Tucumán.
Pero cuando los alcanzamos en la caminera de entrada a Santiago del Estero, antes de Ojo de Agua, reflexionamos juntamente con los camioneros: "los dos camiones se dirigían a Tucumán precisamente a cargar alcohol". Era obvio, pero nuestra desesperación y error de cálculo también se comprendían a esa altura.
Y fue en esa caminera donde volvimos a respirar ya que cuando estábamos hablando con uno de los camioneros un señor que también viajaba hacia Tucumán nos dio la información de nuestra camioneta de apoyo "Debe estar a unos 40 kilómetros de aquí porque yo la pasé hace poco más de una hora".
Con Fresco nos abrazábamos como dos chicos y nadie entendía nada, los policías estaban desorientados porque después de pasar el control volvimos para atrás a encontrar nuestro apoyo en la ruta.
Felizmente, a 20 kilómetros de Villa de María, volvimos a reencontrarnos y a enterarnos que el motor seguía fallando. La F-100 se había retrasado porque en Oncativo le habían sacado el carburador para limpiarlo totalmente. Pero la falla continuó y ya todo parecía indicar que el problema era una válvula. Por ese entonces, a unos 400 kilómetros de Tucumán, cargamos el tanque y partimos rápidamente. Ese tramo lo hicimos mucho más rápido a 130 km/h de crucero y arribamos a Tucumán a las 21.30 horas. Dos horas más tarde llegó también nuestro apoyo.
Notable interés despertó entre el público la estada del auto en la Ciudad de Tucumán
La actividad en Tucumán
Se desarrollo durante el martes 18 comenzando a las 9.30 horas con la entrevista con el Gobernador. Posteriormente estuvimos presentes en el informe sobre el Programa Alconafta. Al final de éste lo llevamos al primer mandatario provincial en
nuestro auto-alcohol hasta la Casa de Gobierno.
Ya sobre el mediodía concurrimos a San Ignacio, a 8 kilómetros de la ciudad, donde está instalada la Destilería del Norte donde se ofreció un cóctel para autoridades provinciales, profesores de la Universidad de Tucumán y periodistas. En ésta compartimos una charla informal con los invitados y también con los directivos de dicha empresa.
Sobre la tarde recorrimos la ciudad donde fuimos informando de nuestra experiencia a innumerables personas que se interesaron por el auto. También ese martes por la tarde estuvimos en la redacción del diario "La Gaceta" informando sobre nuestra experiencia.
El auto a alcohol en su elemento, entre los inmensos depósitos de alcohol de la Destilería del Norte
El regreso
Fue el miércoles 19 y con la tranquilidad de partir desde Tucumán con la F-100 en perfectas condiciones después de cambiarle una válvula de escape, partimos a las 7,30 de la mañana pero esta vez por la ruta 34 ya que nos ofrecía un tránsito menor y la posibilidad de llegar a Buenos Aires en el mismo día y a una hora lógica.
Tomamos por la 34, pasamos las Termas de Río Hondo, Santiago del Estero, La Banda y después la gran soledad de esa ruta hasta llegar a la provincia de Santa Fe. Justamente en Ceres, a 500 km de Tucumán, quedamos en reencontrarnos con Acuña y Drague.
Llegamos a esa ciudad a las 12.30 hs. Almorzamos y cuando estábamos por terminar llegó la camioneta. Mientras ellos almorzaban con Fresco comenzamos a cargar el tanque de 120 litros. Una vez concluida la tarea cargamos tres bidones más en el asiento trasero y seguimos viaje. Ruta 34 hasta cerca de Rosario después de pasar por Sunchales, Rafaela, etc, y luego por la 16 hasta empalmar la autopista Rosario - San Nicolás.
Una parada más para cargar otra vez combustible en Ramallo, sobre la 9 y el regreso a Buenos Aires. Eran las 21,30 horas del miércoles cuando dejamos el Acceso Norte para desviarnos hacia Olivos. En total fueron 12,30 horas de viaje en ruta más 1h30m para almorzar y cargar alcohol. El objetivo estaba cumplido y a la perfección ya que el auto no acusó ninguna falla y no tuvimos ningún inconveniente con él.
Jorge Fernández Morano
Fotos Carlos Acuña
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Sr. Director de Parabrisas CORSA Don Carlos Fresco
Avda.
L.N. Alem 896
1001 - CAPITAL FEDERAL
De nuestra mayor consideración:
Por la presente nos dirigimos a Ud. a fin de informarle el resultado del análisis realizado sobre una muestra de aceite perteneciente a la unidad Dodge 1.8 utilizada para el ensayo con alcohol.
En el informe que adjuntamos están reflejados los dos análisis realizados al mismo aceite. Corno se puede observar los valores de viscosidad, índice de viscosidad y punto de inflamación están en correspondencia con el contenido de volátiles a 100 °C.
Evidentemente la muestra 1 (489 km de uso) corresponde al período en que la carburación no estaba ajustada en forma correcta para este tipo de combustible. Se nota gran dilución del lubricante con el consiguiente descenso de las variables antes mencionadas (viscosidad, índice de viscosidad, punto de inflamación). Para una mejor evaluación de lo expuesto, los valores típicos del aceite sin uso son:
Viscosidad a 98.9 °C |
58 a 70 ssu |
Índice de viscosidad |
120 a 130 |
Punto de inflamación |
Superior a 225 °C |
La muestra 2 que corresponde al mismo aceite pero con 3.300 km, refleja un mejor funcionamiento de la carburación. La dilución ha disminuido al 0.16 %. Este valor es "normal" en aceites de motores a nafta con ese kilometraje.
Para ejemplificar esto adjuntamos algunos análisis de aceites usados de nuestros archivos. Todos estos corresponden a motores nafteros de 4 tiempos. (Notar que los valores de punto de inflamación son bastante bajos) Sin otro particular y quedando a vuestras gratas órdenes; saludamos a Ud. muy cordialmente.
S.J.Achaval
Gerente de Ventas
Bardhal
Lubricantes Argentinos SAI y C
|
Auto - Alcohol |
Camioneta
Peugeot |
|
Muestra 1
489 Km |
Muestra 2
3300 Km |
Muestra 3
3000 Km |
Viscosidad SSU a 37.8 °C |
350 |
550 |
670 |
Viscosidad SSU a 98.9 °C |
56 |
70 |
65 |
Índice de viscosidad |
100 |
123 |
64 |
Punto de inflamación (VA) °C |
80 |
190 |
163 |
Agua % |
- |
- |
Vestigios |
Volátiles a 100 °C (% en peso) |
2.91 |
0.16 |
|
Sedimentos |
- |
- |
Contiene |
Para las Muestras 1 y 2 se utilizó Aceite Y.P.F. Suplemento 1 SAE 30 más 10 % de Bardahl Número 1.
Para la Muestra 3 se utilizó Aceite Multigrado Y.P.F. 20/40.
De acuerdo al gráfico realizado por el laboratorio de Bardahl puede observarse el aumento de viscosidad entre la muestra 1 y 2 debido a la mejor puesta a punto del motor y la mejora en los índices de inflamación y combustión entre las muestras 1 y 2 y también en la comparación con la muestra 3 de un auto común.
En este gráfico también se aprecia que el alcohol no produce vestigios de agua ni sedimentos. De esta manera se demuestra en el análisis del aceite con 3300 kilómetros que el lubricante muestra casi las mismas características que el aceite virgen a pesar de los kilómetros recorridos.
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