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Chevrolet
Chevy 230 - 1970
Evolución
Revista
Corsa Nro 212. Mayo de 1970
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Entre los coches
verdaderamente nuevos puestos en producción recientemente, el Chevy
constituye una de las variantes importantes del mercado. Presenta
novedades muy interesantes, sobre todo en materia de seguridad y
verdaderamente es una evolución con respecto al modelo anterior de GM.
Lo probamos y aquí están los resultados
Manzanas mordidas, ojitos Pola Negri, publicidad con intentos subliminales, adhesión casi incondicional a la marca y tentaciones inconscientes aparte, ya -a meses de verlo en la calle- es hora de saber si en realidad el desembolso de esa cifra considerablemente variable, pero siempre elevada, que significa el cometer el original pecado de caer en la gran tentación, se justifica a la hora de la verdad mucho menos romántica.
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En el caso particular del nuevo Chevrolet, sus catálogos dicen que es producto de la tentación de los bien rentados ingenieros de la casa por lograr algo absolutamente nuevo. Y que la tentación fue tomando forma hasta que quedó definida. Y que después la tentación se convirtió en el desafío de producirla. Y que la produjeron, y la consecuente presentación, etc, etc. 
Quién
sabe si es cierto que los ingenieros designados para el proyecto tuvieron
ese gran caprichito. Los requerimientos de la compañía y la falta de
tiempo para perder en esas costosas aventuras seguramente no los dejaron
permitirse tal debilidad. Lo que no quita que el coche puesto a fines del
’69 en producción por General Motors es el producto final del trabajo
de un importante número de neuronas que en una primera instancia son las
encargadas de proyectar incesantemente las ideas, que luego otros
departamentos y otros motivos (generalmente el factor que prima es la
adaptación al gusto del mercado buscado) se encargan de ordenar la
estampa, fundición, maquinado y producción, o no. 1.500 hombres
habitantes de USA, nucleados en determinado número de horas diarias, son
quienes buscan la constante renovación en el centro técnico que la
poderosa GM tiene en Warren, a pocos kilómetros de Detroit.
Ellos
buscan despertar la inclinación del señor comprador. En cada país el
señor comprador es un personaje distinto, lo que en términos generales
se traduce en un mercado distinto en cada lugar. Y para llegar a cada
mercado, pensado a nuestro nivel de simples informantes, hay que apelar a
la infalible bola de cristal. Porque hoy el gusto argentino impone un
coche como mañana, porque si, lo sepulta. Pero no es tan frecuente la
inconstancia del sector popular como los misterios que encierra su
accesibilidad. Al gran número de señores compradores, cuando necesita
recoger información del coche que tiene en vista, mucho, mucho la sutil
información no le interesa. Para eso el coche que compró o proyecta en
sus anhelos inmediatos es, por sobre todo lo demás, un enorme porcentaje
de chapa prolijamente doblada y ensamblada. Por eso la firma en el país
de origen del modelo (EE.UU.) contrata todos los años aborígenes egresados
de flamantes escuelas de diseño. 
El resultado de ese ejemplar taller de ideas pasa luego, siguiendo la ruta piramidal ascendente de rigor en cualquier empresa de gran importancia, para sufrir los cambios y adaptaciones respondiendo el gusto del mercado consumidor. Ocurre así que del departamento de styling salen ideas geniales, pero una bagüetita por aquí, otra más allá adosada a posteriori, y el resultado es una realidad espacial bastante alejada del conjunto de inspiradas ideas que fue el proyecto en un principio. Pero esa critica funcional y final puede emitirla quien -como en nuestro caso- está capacitado por idoneidad adquirida.
Por
situarnos en un plano absolutamente objetivo, con un claro planteo del
buen diseño y haciendo abstracción del necesario argumento vendedor o
del prejuicio arbitrario.
Pero
de pronto el resultado último es algo logrado. Recordemos el Corvair, el
Pontiac Firebird o el Camaro allá. Y de repente, aquí, para nosotros,
consumidores locales, el Chevy. Un auto enteramente nuevo similar al
modelo Nova producido allá.
Hoy,
a pocos meses de la presentación del Chevy, la imagen se multiplica en
una realidad de cada estacionamiento. El Chevy también fue en su origen
extranjero la unión de la secreción de un montón de neuronas
contratadas por aquel Centro Técnico de Michigan. Es el resultado bien
evidente de ese departamento de styling. El dibujo de capot y cola,
universalizados actualmente pero de origen 100% General Motors. La típica
caída de luneta casi para formar un "fast back” y la elevación
del guardabarros trasero que toma parte de la ventanilla posterior es idea
propiedad intelectual GM.
Para
terminar con los justificativos y el principio de las conclusiones del
test, digamos que son pocos y claros los puntos que tiene en cuenta el
tentado para firmar el cheque y llevarse el Chevy: 1) EI prestigio de la compañía,
en primera instancia. 2) Todo lo charlado sobre diseño, terminación,
etc. 3) La confiabilidad y resultados obtenidos por un motor que ya ha
sido probado y simplemente deja que hable la experiencia recogida
(resultados deportivos, "es casi el mismo motor de hace treinta
años, querida ...", etcétera). Rodando,
rodando
Recibimos
un 230 en San Martín con cerca de 4.000 kilómetros en el odómetro.
Aclaremos que también se vende con el motor 250...
Sin
tener butacas individuales, nuestro 230 con el que abandonamos la planta
de San Martín permite al conductor llevar el cuerpo en una posición
sumamente cómoda. En cuanto a las piernas, se cansan (lo notamos desde el
primer momento) porque a la parte inferior del asiento delantero -y
también el trasero- le hacen falta algunos centímetros más de ancho. La
suposición de incomodidad, echada casi a priori, se confirmó durante el
viaje, cuando las piernas fueron las primeras partes del organismo que
sufrieron las prematuras fatigas. Por el comentario de los
circunstanciales pasajeros, en la parte trasera la falta de verdadera
comodidad se acentúa por la misma falta de apoyo y un par de cosas más
que más adelante se detallan.

La
puerta que nos había permitido el ingreso en el habitáculo no se destaca
-ni tampoco las traseras- por su tamaño. No obstante, subir y bajar no
requiere contorsiones circenses ni mucho menos. Para concluir con la
primera parte de la segunda parte, es digno de destacar en bien de la
estética que el tapizado, aunque seguramente práctico a los efectos de
suciedad y limpieza, no se caracteriza por ser de muy buen gusto.
Antes
de cerrar la puerta -ante la certera indicación de un curioso y
detallista investigador- descubrimos que el mecanismo de cierre de las
puertas, fierritos, piezas de fundición, bulonería al efecto y demás ítems
mecánicos antiestéticos están allí muy a la vista, expuestos y
padeciendo la menor intención por parte de sus fabricantes de buscar una
solución que los oculte.
Ya
lanzados a la inspección óptica primera, seguimos la recorrida por el
tablero. Este cumple sus funciones apenas, y en cuanto al diseño se han
omitido los inútiles "neobarroquismos” tan usuales en los coches
grandes compatriotas del Chevy. Su dibujo es limpio, el velocímetro -tema
central del tablero e instrumento más grande- es de fácil lectura. Con
una virtud más: efectuando las pruebas técnicas del road-test, cronómetro
en mano, la aguja en el tablero arrojó un margen de error de muy poca
importancia. Algo así como un cuatro por ciento -en algunas velocidades
fue absolutamente exacto- de mentira en las velocidades horarias que marcó.
A la izquierda de este cuadrante grande se aloja el segundo y último
instrumento de lectura (nivel de tanque de combustible), que permite
continuar viajando unos cuantos kilómetros más cuando ya la aguja marca
cero.
El conjunto de perillas e indicadores frente al volante queda integrado
con los mandos de limpiaparabrisas (dos velocidades) y luces altas y bajas
(comando de guiñada por pedal) a la izquierda. Mientras
que a la derecha el cuadro queda formado con el encendedor, cuya perilla
es de igual diseño, y debajo de éste -siguiendo la misma línea de
diseño- el lugar exclusivo para introducir la llave de contacto. 
Todo lo demás -indicador de carga del alternador, temperatura del agua, presión de aceite, luz alta y freno de mano colocado- está indicado con luces "de bobo" dentro del cuadrante central que abarca velocímetro y totalizador de kilómetros. En la barra de dirección, en zona inmediata al volante, se ha alojado la palanca indicadora de luz de viraje y un inteligente botoncito que sirve para dejar funcionando las cuatro luces interminantes (una en cada punta del coche) simultáneamente en el caso de una detención de emergencia en ruta o caso similar.
Allí
también, para el caso de nuestro modelo -el Chevy S trae caja de 4
marchas y palanca al piso- la palanca estaba en el lugar convencional de
la columna de dirección para poder acomodar las tres marchas y retro. El
accionamiento de ésta fue siempre -no sólo cuando muy nuevo-
extremadamente duro y seguramente cansador para muñecas femeninas.
Continuando
hacia la derecha, del panel principal para allá, simplemente por razones
de seguridad obligatorias y legales en Estados Unidos y que aplican aquí
todas las fábricas oriundas de allá, el tablero se continúa hasta el
extremo derecho sin solución de continuidad para formar un panel
demasiado pesado y dejar un espacio demasiado reducido para la guantera.
Porque en USA no puede haber ninguna tapa o saliente que pudiera resultar
peligrosa y que impida que el panel ceda ante el impacto de los pasajeros
contra él en un accidente. Para eso la legislación incluye determinadas
medidas que sacrifican elegancia y funcionalidad por seguridad.
Para
ir terminando con lo que se ve, digamos que la visibilidad hacia adelante
es normal, nada extraordinario. El parante del parabrisas y una
combinación no muy feliz de bagüetas y ventileles crean un conjunto
demasiado grande que forma áreas ciegas bastante apreciables en los
extremos frontales. Utilizando el espejo retrovisor para mirar a través
de la inclinada y alta luneta posterior, el punto ciego inferior -o sea,
el punto mas cercano en el piso visible hacia atrás- se aleja
exageradamente. 
El parabrisas es lo más logrado en cuanto a los espacios
vidriados, aunque en las medidas y comparativamente no sea nada
extraordinario. Las ventanillas son de tamaño regular para los ocupantes
de asiento delantero y quizá demasiado chicas atrás. Esa característica
de ventanas traseras pequeñas es toda una larga con secuencia originada
en la línea "fast-back". La elevación de la línea de cintura
para formar el guardabarros trasero determina también la forma de las
ventanillas traseras, cuya línea inferior tiene un lomo que las achica.
Manejo
cómodo
Comienza por traducirse en la ya destacada
posición muy cómoda de los
brazos con respecto al volante de dirección. En él se encuentran los pulsadores que hacen sonar la bocina. Alojados en los
extremos de los dos radios alineados, de los tres en “T” que soportan el aro del volante. Sistema que una vez que el conductor se
habitúa a buscar allí el contacto de la bocina, resulta ser uno de los
más prácticos. Así, instintivamente, ante cualquier emergencia en la
ruta o el tránsito, los pulgares acuden automáticos a los accesibles
pulsadores.
Luego buscamos la pedalera. Con un pedal de embrague suave,
uno de freno extremadamente bajo en el caso particular de nuestro coche y
un acelerador que nos permitió, durante el viaje efectuado, mantener el
pie derecho oprimiéndolo casi a fondo sin sentir cansancio muscular en
esa extremidad. La posición del pedal de freno con respecto al
acelerador -o viceversa- hicieron posible que, muy poco tiempo de
acostumbramiento mediante, el punta y taco (maniobra
"preciosista" pero funcional cuando es bien hecha) se pudiera
practicar con la mayor soltura y comodidad. Más de una vez, sobre todo en
la ruta cuando crucereábamos a velocidades altas, se hacia no sólo
necesario sino imprescindible acudir al “rebaje” mientras apretábamos
el freno simultáneamente por las limitaciones que evidenciaba el
mecanismo de frenos para detener los 1.600 kilogramos plus del Chevy y
acompañantes. 
En la barra de dirección, la palanca de cambios, aunque
dura, como dijimos, resulta efectiva utilizándola con mayor frecuencia
en caminos trabados por su corto recorrido entre marcha y marcha y la
sensación de solidez y justeza que se percibe al “encajar" con
precisión cada cambio.
En
las rutas
Para apreciar
cómo puede comportarse un auto de su tamaño en caminos
de montaña y ripio, con el Chevy se puso proa al Valle de Calamuchita.
Y
el Chevy nos sorprendió. Técnicamente estábamos en autos (valga la
redundancia) de que la carrocería del Chevy está soldada al piso para
formar la estructura integral formando una mezcla de monocasco, con un
semichasis abulonado en la parte delantera que asegura a todo el conjunto
mayor resistencia torsional y le da esas características brillantes de
tenida. Se había leído algo también sobre los soportes mediante los
cuales se aisló la carrocería del semichasis con el fin de eliminar los
ruidos enervantes. Pero en la práctica la sorpresa fue mayúscula. El
coche fue maltratado por aquellos caminos, flagelado, golpeado contra
eventuales y provocadas irregularidades terráqueas de diversos niveles
para no detectar, al finalizar las pruebas finales decibelímetro en
mano, prácticamente ninguna variación sonora en el interior del coche
con respecto al día que la unidad abandonó por primera vez la planta. 
En cuanto a la suspensión, no existe prácticamente punto de comparación (en la práctica) con el anterior Chevrolet 400. La delantera es independiente por resortes helicoidales y amortiguadores, mientras que atrás el sistema Hotchkiss actúa por elásticos longitudinales semielípticos multihoja que reemplazan al anterior sistema de hoja única Uniflex de dudoso resultado práctico. Este sistema de soluciones mecánicas se traduce en una absoluta seguridad en los virajes y las frenadas exigidas.
En la despejada ruta de regreso a casa cronometramos tramos de 168 km/h. y un máximo de 174,757 km/h (realmente asombrosa -a pesar de que pudiera haber sido medido en tramos en que el camino tenía una inclinación favorable y el viento estuviera absolutamente de popa-, ya que nos movía el motor 230) y en ningún momento sentimos que el Chevy navegara de extremo a extremo del pavimento, por el contrario, mantuvo una línea casi recta perfectamente agarrado al pavimento sin vicios de desplazamiento.
En la tierra y también exigido para sacar conclusiones y fotos, el resultado fue el mismo. Lejos de responder a las características viciosas de sus compatriotas, el Chevy responde al doblar fuerte con una neutralidad absoluta contra lo que es casi norma en el coche americano (subvirantes). En muchos casos esto se debe a una mala
distribución de pesos determinada
por la tremenda masa de los grandes motores utilizados. Con este coche,
parece ser que el drama de la distribución se llevó a una feliz solución.
Y si no es así, a la respuesta franca del coche han contribuido las
suspensiones mejoradas y el diseño de chasis. Conclusiones
para concluir
En fin, que con el Chevy pudimos viajar rápido
-muy rápido- y
con tranquilidad, lo que es muy importante. Las velocidades logradas con
el coche lanzado nos sorprendieron porque son realmente altas. Aunque la
salida del coche, con el motor 230 sobre todo, y fundamentalmente por
pesar el nuevo modelo 150 kilos más que el Chevrolet 400, no es nada
fabulosa. Aparentemente “le falta motor” con el 230. En el respaldo
del asiento se percibe bien la aceleración pero no al nivel que tendría que ser. Para eso, el coche se entregará de fábrica en forma
opcional con una nueva relación final más corta (actualmente la
relación piñón/corona es de 3,08:1) que integrará un conjunto de cinco
relaciones a disposición de las apetencias del eventual comprador.
El
doble circuito de freno aportó su anécdota al Test. Cuando encontramos
un recipiente de líquido de frenos absolutamente vacío mientras el
coche, hasta allí (300 km de camino recorridos) había frenado de tal
forma que ese descuido en el chequeo previo pasó desapercibido en la
práctica y sin dar sustos. 
La caja de 3 velocidades está bien escalonada
para el tránsito urbano y permitió en las pruebas de aceleración
alcanzar los 160 km/h reales en 51 segundos y los 100 km/h en 13s6.
Tiempos que si bien no son nada extraordinarios son buenos por las características
de peso, etcétera, del coche.
Destaquemos finalmente las cositas
sueltas que fuimos notando con
el sucederse de kilómetros y días de habitar el coche. Las manijas del
mecanismo levantavidrios son extremadamente duras, como casi todos los movimientos
manuales del coche. Incluyendo las palancas de ventilación y
calefacción -excelente sistema sumamente efectivo-, el pedalín
del freno de estacionamiento -también muy eficaz- y el cierre de
las puertas.
La radio
-por un motivo de seguridad también- está
colocada casi detrás del vo1ante, en la parte inferior del tablero. El
lugar es de incómodo acceso para el conductor. Y la incomodidad se
acentúa por el diseño de las perillas. El equipo de audición
consiste en un parlante en la parte delantera de la cabina y nada más.
Cuando en un coche de la calidad de cualquiera de los modelos de Chevy
se impondría otro parlante más en la bandeja detrás del asiento
posterior.
El motor es sumamente accesible y cómodo para realizar
cualquier tipo de revisión o reparación sencilla por parte del
profano propietario.
Digamos que para las pruebas de frenado, cuando
obtuvimos las cifras del cuadro adjunto, el sistema no fue regulado.
Tan sólo se revisó la presión de los neumáticos y se buscó un piso
de cierta abrasividad como fue el del Autódromo Municipal. De esa
forma, los resultados pueden dar al lector
una idea de lo que le ocurriría a él que seguramente frenará bajo las
mismas condiciones que lo hicimos nosotros ante una emergencia en
cualquier camino.

Sin duda la tendencia de la fábrica es la de tener
en cuenta en primer lugar todas las medidas de seguridad que se puedan
aplicar en el coche. El doble circuito de frenos nos permitió viajar
mucho tiempo casi sin líquido de frenos en una cubeta. En cuanto a la
dirección, el Chevy es el único coche de industria argentina que viene
equipado con una columna que se deforma por un sistema de absorción
del impacto en caso de un choque. Lo que ha quitado la peligrosidad que
significaba para el conductor una barra de dirección rígida. El
sistema aplicado por GM es simple y con un porcentaje de efectividad casi absoluto.
Así
se puede afirmar -a pesar de los elementos negativos encontrados- que el Chevy en cualquiera de sus versiones entrega lo que su precio
obliga a exigir. Es confortable aunque tiene grandes puntos flojos en la
parte inferior de los asientos y posterior del habitáculo. Pero en
cuanto a mecánica y modelo en conjunto, todas las fallas son fácilmente
detectables y solucionables a corto plazo. Todas las muchas cosas positivas que tiene el coche contribuyen a volcar a su favor la balanza
del paladar argentino en este heterogéneo mercado local. 
.
|
CONCLUSIONES
Virtudes
Caja bien escalonada para el tránsito ciudadano.
-
Sistema de seguridad de la barra de dirección.
-
Buena aislación de la carrocería para evitar ruidos.
-
Cómoda posición de manejo.
-
Muy buena tenida en ruta.
Defectos
Manijas levanta vidrios y controles de accionamiento muy duros.
-
Incómodo accionamiento de la radio.
-
Distancias de frenado largas.
-
Palanca de cambios de accionamiento duro.
-
Áreas de visión ciegas.
-
Asientos propiamente dichos incómodos.
Puntaje final: 74.34

VELOCIDAD MÁXIMA 166.700 KM/H
Promedio de dos corridas en ambos sentidos
ACELERACIÓN |
0-20 Km/h |
1.9 s |
0-40 Km/h |
3.6 s |
0-60 Km/h |
6.3 s |
0-80 Km/h |
9.4 s |
0-100 Km/h |
13.6 s |
0-120 Km/h |
21.6 s |
0-140 Km/h |
31.0 s |
0-160 Km/h |
51.6 s |
0-500 Metros |
22.0 s |
0-1000 Metros |
34.0 s |
40-60 Km/h |
5.3 s |
40-80 Km/h |
10.9 s |
40-100 Km/h |
18.3 s |
40-120 Km/h |
26.8 s |
40-140 Km/h |
33.4 s |
Aceleración lógica para el motor 230. Para lograr la mejor curva de aceleración hay que tirar las marchas casi hasta el límite
ERROR DEL VELOCÍMETRO |
Vel Indicada |
Vel Real |
20 |
18 |
40 |
37 |
60 |
56 |
80 |
75 |
100 |
96 |
120 |
117 |
140 |
140 |
DISTANCIA DE FRENADO |
Vel |
Total |
20 Km/h - 0 |
5.50 m |
40 Km/h - 0 |
16.00 m |
60 Km/h - 0 |
30.00 m |
80 Km/h - 0 |
41.00 m |
100 Km/h-0 |
71.20 m |
120 Km/h-0 |
114.50 m |
|
CONSUMO |
|
Km/l |
40 Km/h |
10.8
|
60 Km/h |
10.0
|
80 Km/h |
9.2
|
100 Km/h |
9.0
|
120 Km/h |
6.6
|
140 Km/h |
4.3 |
En Ciudad |
5.5 |
Entre los 80 y 100 km/h el consumo se mantiene constante. En ciudad da un promedio de 5.5 km por litro
DIÁMETRO DE GIRO |
A la derecha |
11.61 m |
A la izquierda |
11.19 m |
VELOCIDAD A 100 RPM |
RPM |
Marcha |
Velocidad |
1000 |
I |
13.95 |
1000 |
II |
23.07 |
1000 |
III |
38.95 |
Para una caja de tres marchas el escalonamiento es lógico. Primera y segunda cómodas para andar en ciudad y tercera larga. Además la primera es sincronizada. Claro que mejor es la caja de cuatro, pero para eso hay que comprar el SS
VELOCIDAD MÁXIMA DE LOS CAMBIOS DE MARCHA |
1era |
60 Km/h
|
2da |
100 Km/h
|
3era |
166.700 Km/h
|
|

Para las pruebas se utilizaron los mismos neumáticos con que vino provisto de fábrica. Firestone sin cámara. |
VISIBILIDAD RAZONABLE HACIA TODOS LADOS, PERO UN PARANTE TRASERO BASTANTE GRUESO QUE CREA CIERTOS PUNTOS CIEGOS |

 
La prueba de solidez de su estructura combinada, monocasco y falso chasis la obtuvimos andando por los caminos más variados que se puede circular con un automóvil

Un
amplio baúl en el que pudimos acomodar todas estas maletas de
estructura rígida

Uno de los sistemas de seguridad más destacables del Chevy, el sistema de dirección de seguridad con columna de absorción de energía
Boletín
de calificaciones |
Diseño y construcción |
Estética |
7.8 |
Motor |
8 |
Embrague |
7 |
Caja
de cambios |
8 |
Dirección |
8 |
Frenos |
8 |
Transmisión
final |
7.5 |
Suspensión |
8 |
Terminación |
7 |
Habitáculo |
6.5 |
Capacidad
de baúl |
7.8 |
Estanqueidad |
7 |
Visibilidad |
7.5 |
Instrumentación |
5 |
Accesorios |
7 |
Controles |
7.5 |
Posición
de manejo |
8 |
Luces |
8 |
Funcionamiento |
Velocidad máxima |
8 |
Aceleración |
7 |
Consumo |
7 |
Tenida en ruta |
8 |
Confort de marcha |
7 |
Motor |
8 |
Embrague |
7 |
Caja de cambios |
7 |
Frenos |
8.5 |
Suspensión |
7.5 |
Maniobrabilidad |
7 |
|
Motor
|
Delantero
longitudinal. 6 cilindros en línea. Cilindrada Total 3.772 cm3
Potencia máxima 137 HP a 4.400 rpm Torque máximo 27.9 a 2000
rpm Carrera de los pistones 82.55 mm Diámetro de los cilindros
98.43 mm Relación de compresión 7.5:1 Árbol de levas lateral.
Carburador Holley 1098 de tiro vertical..
|
Transmisión
|
Manual. 3 marchas hacia adelante y
M.A. Relaciones de caja 1º 2.80:1 2º 1.69:1 3º 1:1 MA 3.80:1
Palanca de cambios en la columna de dirección Eje trasero tipo
Salisbury, rígido, semiflotante de corona y piñón hipoidales. Relación
final 3.08:1 Embrague tipo monodisco seco con resorte
tipo diafragma (Bellville) Diámetro del disco 234.55 mm
|
Dirección
|
Semirreversible
con caja de dirección sistema sistema tuerca con bolillas recirculantes
y columna con sistema de dirección de energía. Relación 24:1.
|
Suspensión delantera
|
Independiente tipo SLA con resortes
helicoidales de acción lineal y amortiguadores telescópicos de doble
efecto hidráulicos.
|
Suspensión trasera
|
Tipo
Hotchkiss, con elásticos longitudinales multihoja, amortiguadores
telescópicos de doble efecto, hidráulicos.
|
Sistema de enfriamiento
|
Presurizado
con circulación forzada de agua por bomba centrifuga, con termostato.
Radiador de flujo horizontal con tanques vertical.
|
Sistema eléctrico
|
Batería 12V
55 Ah en régimen de 20 horas borne a chasis, negativo. Generador 12V
33Ah de corriente continua excitación en derivación, accionado por
correa en V. Opcional alternador 12V 5Ah (a 500 rpm), 42 Ah (a 3500 rpm)
trifásico, excitación independiente con 6 diodos rectificadores de
silicio en montaje puente. Regulador de vibrador, de dos núcleos (regulador de
tensión y relay de polaridad). Cables de PVC.
|
Frenos
|
A disco en
las ruedas delanteras. A campana en las traseras. Hidráulicos de doble
circuito. Con servofreno.
|
Dimensiones
|
Alto: 1.400
m Largo 4.838 m Ancho 1.843 m Trocha delantera 1.512 m Trocha trasera
1.509 m Distancia ente ejes 2.819 m Despeje del suelo 147 mm Peso 1.450 Kg
|
Vea también

Road Test del Chevrolet Chevy 250 SS Cupé
Revista Corsa Nro 255. Marzo de 1971
|